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LOS MANDATOS ARGUMENTALES O FRENADORES

Cada familia/Sociedad ;  tiene sus códigos y mandatos.

Estos son construidos mediante transmisiones de generación en generación.

Hay familias en las cuales esos mandatos se trasmiten de forma muy explícita: «Tenes que seguir esta carrera», «si haces eso no vas a conseguir pareja», etc.

Hay otras en las que los mandatos se mueven de manera implícita. Esto significa que no hay una prohibición o un condicionamiento claro, pero que se siguen jugando mediante prejuicios, valoraciones y mensajes inconscientes.

LOS MANDATOS ARGUMENTALES O FRENADORES

Son las conductas reiteradas de los padres o sustitutos internalizadas en tu Niño interno (en forma de imágenes), verdaderas órdenes internas con base en que “inconscientemente” viviste al comienzo para no perder la protección y aceptación de tus padres. Hay mandatos positivos (si nó no estaríamos vivos) y negativos. Se hace necesario conocer los negativos para nuestro bienestar.

La parte Adulta del Niño (AN) o Pequeño Profesor

Para que puedas comprender lo que sigue es necesario que te adelante alguna información sobre la parte adulta de tu niño interior; podemos adelantar que es tu parte ingeniosa. La que capta en pocos instantes y de un modo intuitivo y empático las características de las personas que se acercan a ti, pudiendo decir sobre ellas “me gusta” o “no me gusta” sin que en un principio te expliques exactamente por qué.

En lo que denominamos pequeño profesor residen la intuición, la astucia, la capacidad de ser creativo y de poder motivarte por algo. También es allí donde residen ciertas capacidades deshonestas por las cuales puedes captar qué tienes que hacer para manipular o pasarle a alguien un problema que es tuyo. De allí la importancia del conocimiento de esta parte, para lograr un crecimiento positivo.

Para resumir diremos que la parte adulta de nuestro niño interno es tal vez el Estado del yo menos consciente, el menos utilizado por ti, pero que de algún modo es tu parte de acción más importante después de tu Niño Natural, pues en él residen tu capacidad intuitiva, creativa, dadora de vida y de sobrevivencia.

Allí es donde se encuentran en estado de potencia o de acción dos importantes disparadores de tu conducta en cada momento, a los que denominaremos La Batería OK y La Batería no OK. Son dos verdaderos trampolines para tus conductas OK o no OK, según cual esté más cargado.

Esto ocurre porque cuando tú eras niño, o mejor aún cuando eras bebé, tenías insoslayables necesidades biológicas primarias, tales como alimento, agua, abrigo y estímulos (físicos y afectivos), que si no hubieran sido satisfechos de alguna manera, no estarías leyendo esto, pues hubieras muerto irremediablemente. Los estímulos, de alguna manera, fueron administrados por las personas que te criaron y se llama hambre de estímulos a la necesidad básica de éstos. De acuerdo a como te fueron administrados, así será  tu  modalidad  para proveerte de ellos en la actualidad.

Lo primero que debes tomar en cuenta es que durante tus primeras etapas de vida dependías casi exclusivamente de una sola fuente para aprovisionarte de esos estímulos, tu grupo familiar primario, tu papá, tu mamá, tu abuelito, tus hermanitos y todo aquel que de algún modo influyó en tu desarrollo durante tu niñez.

Lógicamente, durante el periodo en que transcurrió tu infancia, tú no pudiste ni elegir ni evaluar la positividad o negatividad de los estímulos a los que estabas expuesto, y como fundamentalmente los necesitabas para vivir, no tuviste otra salida que aceptar incondicionalmente los que llegaban a ti. Ello implica que para poder sentirte vivo debiste adaptarte o someterte a las exigencias y al ambiente existentes en ese momento a tu alrededor.

Ello también determinó el hecho de que hayas ido adquiriendo visceralmente (como formando parte de tu cuerpo) una selectiva predilección precisamente por el mismo tipo de estímulos que aprendiste a obtener en esa época, que fuesen OK o no OK, pero que si no evalúas, y por supuesto re-decides, esa loca preferencia te acompañará durante el resto de tu vida.

La decisión

Cuando las esperanzas innatas de un jovencito en orden a la protección para desarrollarse como él quiera no son satisfechas, entonces se presenta la adopción de un libreto.

Para el niño, es como si fuerzas extrañas estuvieran aplicando una fuerte presión en contra de su crecimiento; a menos que él ceda a esas presiones, la vida se torna extremadamente difícil.

De este modo se fuerza al niño a que abdique su derecho de nacimiento; y él lo lleva a cabo reajustando sus esperanzas y deseos (desviándolo así del camino marcado por los deseos del alma, de acuerdo a la filosofía del Dr. Bach), para que encajen en la situación. Este proceso es un punto decisivo en el desarrollo de los libretos y se denomina la decisión.

El tiempo de la decisión

La edad en que se toma la decisión varía de una persona en otra. En una vida que se desarrolla normalmente, una decisión de tanta importancia como es la opción por la propia identidad y por las metas que uno habrá de perseguir, debería tomarse lo suficientemente tarde en la vida como para que cierta medida de conocimiento pudiera apoyar la opción. En una situación en que el jovencito no se encuentra bajo ninguna presión irracional, las decisiones importantes sobre la vida no ocurrirán antes de la adolescencia.

Un libreto es el resultado de una decisión que es tanto prematura como forzada, porque se hace bajo presión y por lo mismo, mucho antes que la decisión pueda tomarse debidamente.

 

La decisión es tan buena y tan viable como son los conocimientos y la destreza del Pequeño Profesor al tiempo de tomar la decisión. El PF actúa en un nivel distinto de lógica, percepción y conocimiento del que tiene el adulto de la persona mayor. Además, el estado de PF se ve obligado a actuar con datos incompletos debido a sus fuentes limitadas de información.

La forma de la decisión

Se refiere a la postura con la que nacen los niños al mundo como a una actitud de “confianza básica”.

La confianza básica nace de un estado de cosas en que el infante está concorde con él. Esto aparece con mayor claridad cuando la madre y el hijo se influyen entre sí más fundamentalmente, como en el acto de estar ella amamantando al niño; más fundamental todavía en la mutualidad de la madre y el hijo in útero (o sea cuando ella lo lleva en su seno).

Los elementos terapéuticos de la Psicología Transaccional describirán este sentimiento de confianza básica como la primera de las cuatro posturas existenciales que una determinada persona puede asumir. Las cuatro posturas son: “Yo estoy bien, tú estás bien”, “Yo no estoy bien, tú estás bien”, “Yo estoy bien, tú no estás bien”, “Yo no estoy bien, tú no estás bien”.

La postura original “Yo estoy bien, tú estas bien”, está enraizada en la mutualidad biológica de la madre y el hijo, que origina la respuesta incondicional de la madre a las necesidades del niño

Esta postura de confianza básica “Yo estoy bien, tú estás bien” es a la que el infante tiende a adaptarse. El único motivo por el cual el jovencito renuncia a esta postura para cambiarla por la de “Yo no estoy bien” o “Tú no estás bien” o ambas, es que la mutualidad primaria original se interrumpe y que la protección que en un principio le fue dada incondicionalmente (cuando menos in útero) es retirada.

La inseguridad de una protección incierta y bajo condiciones conduce al jovencito a la conclusión de que él no es bueno, o la madre no es buena, o ambas no son buenas. Huelga decir que no se llega a esta decisión sin lucha.